domingo, 21 de febrero de 2010

4.

Marta abandonó el apartamento, iba equipada tan sólo con su bolso azul, aquel en el que siempre había espacio para una cosa más, pero se dejó el móvil en casa.
Cruzó la calle, delante de ella, un elegante y enorme cartel que le era familiar, "ACEROVA"; recordó la promesa que le hizo a su marido, pero las ganas de saber le aplastaron el estómago, ahogando de nuevo su consciencia, y cruzó la puerta.
Al otro lado le recibió tras un mostrador una joven muy amable a la que no había visto nunca:

- Buenos días señorita,¿puedo ayudarla en algo?
. Buenos días, quería ver al Señor Alfonso Vasador.

La joven no perdió su sonrisa de juguete mientras la explicaba que no era posible, ya que el Señor Vasador había vendido la empresa y se había marchado del país.
Marta agachó la cabeza y salió de ese lugar, que a pesar de su elegante y enorme cartel conseguía ponerle los pelos de punta; en ese mismo momento, mientras la primera lágrima comenzaba a desperezarse en sus ojos, la joven recepcionista con sonrisa de juguete levantaba el teléfono:

- Piiii, Piiiii
. ¿Si?
- Señor Abrochante, ella acaba de estar aquí.
. Pi,Pi, Pi